Un fishtro anónimo, de esos de los que si no te paras a verlos un momento se te pasan por alto, fue el conductor del autobús del aeropuerto de Weeze (Alemania) hasta la estación de tren para ir a Dusseldorf.
El hombre de talante en un principio serio, justo antes de la barrera del aeropuerto, frenó bruscamente al tiempo que gritó “¡¡¡PUM!!!”, asustando a todo el autobús. Acto seguido rompió a reir a carcajada limpia observando por el retrovisor la cara blanca (y no por la mucha cerveza que habíamos bebido todos) de sus pasajeros.
Al bajar se despidió con una sonrisa de oreja a oreja con una broma que supongo debe repetir a cuantos pardillos se suben en su particular show.
No pude evitar hacerme una foto con él, explicándole para qué, aunque no entendía nada de inglés.
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